Junto a las listas de las mejores playas y las mejores novelas, hay un clásico que no suele faltar en los artículos de las fechas pre-vacacionales: los falsos amigos en los viajes.
Entre el portugués y el español hay muchas más semejanzas que diferencias. La lingüista Rosana Ortega afirma en sus estudios que hasta el 85% de ambas lenguas es similar o fácilmente comprensible. Pero siempre hay alguna palabra o expresión que nos puede confundir. Algunas de forma simpática, como las calças de ganga, que un hispanohablante puede pensar que es un zapato con un precio muy rebajado y en realidad son unos pantalones vaqueros. Otras, algo más complejas, como si te hablan de un sucesso espantoso que ha tenido algún conocido y en lugar de alarmarte debes alegrarte, pues se tratará seguramente de un éxito sorprendente.
Madres y abuelas siempre han dicho que con la comida no se juega. Y es un campo en el que en general no suele haber tantas confusiones. Si acaso, en la puerta del restaurante, donde a veces pone puxe, confundiendo tanto a los españoles, que entienden empuje, como a los ingleses que entienden push, cuando en realidad quiere decir justo lo contrario. Pero una vez traspasada esa pequeña barrera de entrada, las cartas suelen estar en varios idiomas y además los manjares suelen ser conocidos en su lengua original: caviar, champagne o langosta suenan parecido en muchas lenguas y aseguran una más que digna supervivencia en una noche de conquista. Al menos hasta que llega la cuenta. O hasta que el camarero pregunta si todo está bien y el español responde usando el adjetivo exquisito, que en portugués se escribe con ese, esquisito, y se usa más habitualmente cuando algo tiene un sabor extraño.
En realidad, el único gran problema con la comida podría ser el jamón ibérico. En eso involuntariamente los portugueses dieron en el clavo al asignarle la palabra presunto, un derivado del participio del verbo latino siccare (secar). A los españoles el término les genera siempre entre dudas y sonrisas cuando cruzan la frontera porque en español “presunto” es el adjetivo que se aplica a algún delincuente que todavía no ha sido condenado.
En realidad, el único gran problema con la comida podría ser el jamón ibérico. En eso involuntariamente los portugueses me parece a mí que dieron en el clavo al asignarle la palabra presunto, un derivado del participio del verbo latino siccare (secar). A los españoles el término les genera siempre entre dudas y sonrisas cuando cruzan la frontera porque en español “presunto” es el adjetivo que se aplica a algún delincuente que todavía no ha sido condenado. Pero, si lo pensamos bien, son los propios españoles los que pueden haber alimentado esa posible desconfianza, al tener tradicionalmente muy mal resuelta la identificación entre un buen jamón y uno presunto. Durante años, se ha hecho un uso bastante poco respetuoso del apellido ibérico y a veces era imprescindible la prueba y error para poder saber si estábamos ante un jamón del bueno, de ese de pura raza ibérica que ha crecido en la dehesa y ha sido alimentado principalmente con bellota. Desde el año 2014 se ha introducido una mejor reglamentación oficial y un código de colores y términos exclusivos que intenta evitar confusiones. Así, se usa un precinto negro para distinguir jamones de raza 100% ibérica alimentados con bellota en el campo. A estos jamones se les reserva también la denominación pata negra. Con precinto rojo se identifica a los jamones de cerdo alimentado en el campo con bellota pero de raza mixta. Con precinto verde, a los animales alimentados con pienso y bellota. Y con precinto blanco, a los animales alimentados exclusivamente con pienso.
Siempre habrá quien intentará bordear la normativa y aprovechar las zonas grises pero el sabor y la textura de un buen jamón es inconfundible y el precio siempre va también paralelo a su calidad, por lo que el mejor consejo en este caso es olvidarnos de las gangas, que pueden acabar dejándonos un sabor esquisito.
Abrimos el foro sobre este tema usando un tradicional refrán español: ¿te han dado alguna vez gato por liebre? ¿algo que parecía ser una ganga ha resultado ser algo bien distinto?