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Vuelven los viajeros asiáticos

En todas las culturas se aprecia y valora positivamente la mezcla de simplicidad y profundidad que ofrecen desde épocas milenarias los proverbios chinos. A nosotros nos gusta especialmente el de Lao Tse que dice que un viaje de mil millas comienza con el primer paso.

Durante décadas China ha sido un país disciplinado y poderoso pero muy centrado en sí mismo. Pero en el siglo XXI, por diversas causas internas y externas, ha despegado como una gran potencia mundial, pasando de una economía basada en manufacturas de bajo coste a una más completa, en la que tienen gran importancia las nuevas tecnologías. Eso ha generado empresas muy potentes, con gran fuerza exportadora, que han empezado a ganar una presencia global más que notable. Y también ha dado lugar a una creciente clase media, con capacidad para viajar y para disfrutar de lujos antes imposibles.

Para entender la importancia económica que pueden tener esos viajeros, según los datos oficiales de la Secretaría de Turismo de Portugal, en 2017 un turista español gastaba de media 89 euros al día en Portugal, mientras uno chino se gastaba 642 euros. Es decir, un turista chino gastaba en un día lo que un español en una semana. Los años de la pandemia han supuesto un parón total en esos viajes pero en 2023 ya se han reanudado y, además, a un ritmo excepcionalmente alto: en los diez días alrededor del año nuevo chino se han producido cerca de 2.000 millones de desplazamientos de ciudadanos chinos.

No es de extrañar, por tanto, que Europa vuelva de nuevo sus ojos hacia ese tipo de turista, para ofrecerle aquello que le pueda hacer volver o que pueda recomendar el viaje a alguno de sus millones de compatriotas. ¿Y qué es lo que atrae más a ese tipo de viajero?

Pues en primer lugar, y por sorprendente que pueda parecer, el tiempo. Un día con cielos azules y temperaturas frescas, con una ligera brisa, es uno de los elementos que más pueden atraer a un viajero asiático, que en sus megaurbes costeras sufre con frecuencia días calurosos, con un calor pegajoso e incómodo. Por eso es más fácil que la experiencia para estos turistas sea más positiva en los veranos frescos de la costa atlántica española y portuguesa que en los del mediterráneo. Y por eso quizás la estrategia de las zonas mediterráneas debería centrarse en intentar atraer a este tipo de visitante en los inviernos, en que su clima es suave y además su ocupación es menor.

En segundo lugar, aprecian muy positivamente los paisajes abiertos, los bosques, los grandes parques, las playas poco concurridas, las rutas de montaña. En general la densidad de población en las grandes ciudades asiáticas es muy superior a la europea y por eso es fácil que un turista agradezca más visitar en Europa un parque natural que una ciudad muy monumental pero muy concurrida.

La belleza del mar

En tercer lugar, les gusta mucho la cultura mediterránea. Nuestra comida, nuestros vinos, nuestro estilo de vida. Por eso valoran muy positivamente poder tener experiencias que les permitan disfrutar en primera persona de esos elementos. Poder acudir a pequeños restaurantes donde sirvan comida sencilla y de calidad, frutas y verduras frescas, mariscos y pescados a la parrilla. Aprecian la gastronomía como cultura, como una forma de entender y conocer mejor la zona que están visitando. Por eso no es extraño verles también en los mejores restaurantes ya que buscan especialmente esa experiencia de calidad.

En esa línea, tienen cada vez más éxito las experiencias inmersivas, como las visitas a bodegas en la que puedan ver todo el proceso de elaboración y terminar con una cata de vino. O asistir a festejos populares y poder vivir el ambiente y las costumbres con gente local, imbuyéndose de la fiesta.

Umbrella Sky Project – Águeda, Portugal

En 2017 subió un 80% sobre 2016 el número de turistas chinos que visitaron Portugal y en 2018 fue nuevamente el país que más aumento porcentual registró. Lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta el clima suave, los bellos paisajes y la gran gastronomía de Portugal. Pero, además, frente al turismo europeo que es muy estacional, el asiático tiende a repartirse más durante el año, porque no busca tanto el sol y la playa y disfruta mucho más de un lugar tranquilo, sin grandes multitudes y temperaturas frescas. Portugal tiene grandes bazas para que este sea el principio de una gran amistad, y que ese viaje de mil millas lo vayan iniciando en los próximos años muchos millones de personas. ¿Estaremos preparados para acogerles?

Berlengas

El ser humano es curioso y aventurero por naturaleza. Y cualquiera que visita el cabo Carvoeiro, en el extremo más occidental de la península de Peniche, siente curiosidad por unas islas que se ven a lo lejos, a unos 10 km de distancia. Es el archipiélago de las Berlengas, un grupo de pequeños islotes, con tres peculiares historias que se entrecruzan de forma sorprendente con el presente.

En la Historia de las islas hay una primera fecha muy relevante, 1465. Fue en ese año cuando el rey Afonso V dictó una orden prohibiendo la caza en las Berlengas, en lo que fue una decisión pionera y muy novedosa de cuidado y atención por la naturaleza. Cualquiera que haya visitado o visto fotos de las islas, y de sus calas con aguas turquesas y cristalinas, entiende bien lo que pudo ver y sentir el rey Afonso para dictar una orden tan poco habitual en aquella época. La línea hasta el presente, y el futuro, nos lleva hasta más de cinco siglos después, cuando en 2011 la UNESCO declaró las Berlengas reserva de la biosfera y confirmó lo que la sensibilidad del rey valoró ya mucho tiempo antes.

En el siglo siguiente al del rey Afonso, en 1513, con la ayuda de la reina Leonor, se fundó en las islas un pequeño monasterio de monjes jerónimos, que buscaban un lugar para su retiro espiritual y para ayudar a las víctimas de los numerosos naufragios que generaba esa costa. Salvando las distancias, es lo que hoy en día buscan también los muchos retiros que en distintos puntos de la costa de Peniche ofrecen interesantes combinaciones de mindfulness, yoga, meditación y surf. Esperemos que la historia moderna sea más propicia para estas iniciativas porque la del monasterio y los pobres monjes jerónimos acabó en cierre apenas unos años después de su fundación ya que el monasterio era frecuentemente atacado por piratas y sus miembros tomados como esclavos. Seguramente fueron unos adelantados para su tiempo y no consiguieron que todo el mundo viera la paz, belleza y espiritualidad que inspira esta costa atlántica.

La tercera historia conecta el pasado y el siglo XXI a través del mar, el fútbol y la tecnología. En 2018 la empresa Apple rodó un cortometraje sobre una supuesta rivalidad histórica entre los equipos de fútbol de Baleal y Peniche, que preferían dirimir en terreno neutral sus partidos y elegían para ello desplazarse hasta las Berlengas. Se puede ver el vídeo en este enlace. La historia es, obviamente, de ficción y se dirigía más bien a mostrar la excelencia técnica del  modelo de teléfono con el que está grabado el anuncio. Pero, en cierto modo, nos permite entender la dificultad de quienes viven del mar y valorar mejor a todos aquellos que se aventuraron desde tiempos inmemoriales a surcar las aguas y descubrir los misterios que ocultaban. Es una historia costumbrista que conecta el pasado y el presente a través del mar y de estas islas tan especiales. Si al ver el vídeo te entran ganas de visitar las islas, ten en cuenta que desde el 1 de junio de 2022 está en funcionamiento una tasa turística de 3 euros, Berlengas Pass, destinada a mejorar las infraestructuras y asegurar que el número de visitantes diarios no supere las 550 personas.  

I will leave a light on

La profesión de farero siempre fue un auténtico reto, apto solamente para los más aguerridos, capaces de vivir en lugares medio aislados y muchas veces con condiciones meteorológicas muy duras. A medida que el funcionamiento de los faros se ha ido automatizando, han dejado de necesitar personal viviendo permanentemente en ellos y las nuevas tecnologías han hecho también que sean menos imprescindibles en la navegación y que hayan perdido algo de protagonismo.

Mantienen sin embargo intacta su aura romántica y aventurera. Y por eso es de agradecer la iniciativa del gobierno de Portugal de permitir la visita pública de la mayoría de ellos. En la región Oeste solamente tenemos en la actualidad dos faros en funcionamiento, ambos además muy próximos entre sí, uno en el cabo Carvoeiro de Peniche y el otro justo en frente, en las islas Berlengas.

Pero a una corta distancia hacia el norte tenemos también los de Aveiro, Mondego (Figueira de Foz) y Penedo da Saudade (Marinha Grande). Tanto estos tres como los del cabo Carvoeiro y Berlenga se pueden visitar todos los martes, de 14 a 17 en verano y de 13.30 a 16.30 en invierno. Antes de acercarnos conviene echar un ojo en la web de la Autoridad Marítima Nacional para verificar que no estén cerrados por motivos operacionales o por alguna reforma.

Y para el que prefiera la comodidad de internet hay también la posibilidad de una visita virtual al faro de Bugio, ubicado en medio de la desembocadura del Tajo, cerca de Lisboa.

Así que para todos aquellos que necesitamos a veces una luz que nos guíe y una vista inspiradora y diferente del mar pues ya tenemos plan para la tarde del martes. Y si vamos con niños, seguro que somos capaces de imaginar con ellos una gran aventura de piratas y contrabandistas en ese entorno tan evocador. Obviamente, en la playlist en el coche de camino al faro no debe faltar I will leave a light on, de Tom Walker.