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438.000 motivos para hacer el Camino de Santiago

Durante el año 2022, 438.000 personas acreditaron haber completado al menos 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta en la ruta del Camino de Santiago. Para entender la tendencia creciente de la cifra, basta reseñar que en 1990 lo hicieron 5.000 personas y en el año 2000 fueron 55.000. En 2018 fueron ya 327.000, y aunque en 2020 y 2021 las cifras sufrieron el impacto de la pandemia de COVID19, en 2022 volvieron con más fuerza que nunca y marcaron ese nuevo récord histórico de 438.000 peregrinos a Santiago de Compostela.

Pero ¿qué lleva a tantas personas a emprender ese Camino? En sus orígenes medievales se hacía principalmente por motivos espirituales, buscando la intercesión del Apóstol Santiago o la indulgencia derivada de la peregrinación. Y hoy en día muchos peregrinos siguen teniendo un motivo religioso en su mochila. Pero el Camino es para la gran mayoría un viaje al interior de uno mismo, un tiempo de reflexión, de esfuerzo compartido y de compañerismo. El Camino permite un contacto muy intenso con la naturaleza a través del paisaje, pero también con la naturaleza humana a través del esfuerzo, la amabilidad, la hospitalidad, la superación de los retos y el intercambio de experiencias con otros caminantes.

Su progresiva revitalización durante la segunda mitad del siglo XX se ha asociado con el deseo latente en mucha gente de recuperar las raíces europeas, de ir despacio en lugar de correr y de conseguir las cosas con tiempo y esfuerzo en lugar de al instante.

Se ha intentado explicar de muchas maneras pero seguramente habrá 438.000 razones diferentes y todas serán buenas para acudir durante unos días a esta excepcional escuela de humanidad.

Una de las grandes maravillas de la ruta es que pasa casi por cualquier punto de Europa; hay más de 80.000 kilómetros de Camino marcado. Y aunque una parte importante de la gente sigue el llamado Camino Francés (que cruza los Pirineos y recorre el norte de España por Pamplona, Burgos y León hasta llegar a Santiago) cada vez se van popularizando más otras rutas alternativas, menos concurridas y, en cierto modo, también un poco más próximas a la sencillez y la paz interior que uno busca en esta aventura.

El Caminho Portugués, la ruta portuguesa del Camino, desde Lisboa hasta Santiago, es especialmente recomendable para quienes quieran disfrutar de esa experiencia más personal, con más naturaleza y un poco menos populosa. La ruta pasa por Santarem, Coimbra y Oporto como ciudades más destacadas y puede verse muy bien detallada en la web de Gronze (https://www.gronze.com/camino-portugues).

El Convento de Cristo en Tomar

Pero nosotros queremos destacar un tramo central, que discurre muy cerca de la región Oeste, y que es especialmente recomendable para quienes quieran vivir la parte del Camino más próxima a la naturaleza. Se trata del tramo entre Tomar y Coimbra. Tomar, el punto de origen, es una pequeña ciudad comandada por el Convento de Cristo, un imponente castillo templario, patrimonio de la humanidad de la Unesco, y uno de los más bellos ejemplos de arquitectura gótica manuelina. El punto de destino es bullicio, encanto y callejuelas para perderse. Y, entre medias, 90 kilómetros de Camino por bosques encantados, por sendas entre frutales y pequeñas aldeas en las que siempre hay algún lugareño dispuesto a ofrecer unas palabras o cualquier ayuda al peregrino. La señalización es especialmente buena, en gran medida porque el recorrido es a la vez Camino de Santiago hacia el Norte y Camino de Fátima hacia el Sur, por lo que los postes de señalización tienen la característica flecha amarilla hacia Santiago en un lado y la flecha azul hacia Fátima en el otro. Eso provoca también interesantes encuentros entre caminantes en un sentido y en otro, opuestos en la dirección, pero unidos por una búsqueda similar.

Unos hacia Fátima y otros hacia Santiago

Y para el que quiera hacer solamente un pequeño aperitivo, en modo familiar con niños, se puede plantear visitar el Convento de Cristo en Tomar, comer en alguno de los restaurantes de la zona peatonal de la ciudad, como por ejemplo en O Tabuleiro, y hacer los primeros cuatro kilómetros, que discurren paralelos al río Nabão y son especialmente bonitos. Seguro que más de uno después de ese aperitivo querrá plantearse en el futuro degustar otros platos del Camino. ¡Buen Camino!